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La Noche de los Museos geselinos

El sábado 20 de noviembre se realizó la “Noche de los Museos” en Villa Gesell. El evento radicó en mantener abiertos los museos de la ciudad y sumarle actividades artísticas y culturales.

Fue una propuesta del gobierno provincial que la actual directora del complejo de muesos de Villa Gesell, Cecilia Bosisio programó para el viernes 18 del corriente, pero se tuvo que suspender por condiciones climáticas adversas, llovió torrencialmente. Y se concretó este sábado  

La idea de la Larga Noche de los Museos nació -bajo ese nombre- en la ciudad de Berlín, en 1977, con el propósito de ampliar la convocatoria a diferentes sectores de público, abriendo las puertas de los museos un sábado a la noche. Desde entonces, esta actividad ha sido adoptada en más de 130 ciudades de Alemania y en 58 del resto de Europa.

En la Argentina CABA adopto la iniciativa con el criterio de que los museos han servido como la atracción principal para los turistas en muchas ciudades, es decir termina siendo un producto turístico.   

En la última década el gobierno de la ciudad de Buenos Aires realizó diversas actuaciones asociadas con el interés de situar a la ciudad en el mapa cultural y los circuitos turísticos globales actuales. La Noche de los Museos es una más entre otras como el Festival Mundial de Tango, Bares notables y otros. Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad de América en sumarse a la propuesta en el año 2004. Se organiza un sábado al año y es cuando los museos de la ciudad permanecen abiertos en horario nocturno, lucen su patrimonio y proponen diversas propuestas estéticas.

Esta fue la primera que organizó el Museo y Archivo Histórico Municipal de Villa Gesell.

Los museos geselinos están distribuidos en el bosque fundacional y cerca de la playa, un escenario natural fantástico para esta iniciativa, este fue un elemento muy interesante para plantear algo sugestivo y misterioso, algo que no se logra en las urbes mas grandes. Este sábado el clima acompaño con una noche calurosa y estrellada, que nada tuvo que ver con el temporal que azotó a la ciudad dos días después. La noche permitió la visita de cientos de personas, esencialmente turistas, favorecidos por el finde largo.  

La caminata en la noche hacia los museos fue fantástica y reservada para cada uno de los visitantes que lo vivió a su forma. La oscuridad del bosque plantea un límite y temor al acercarse a la vegetación que rodea, muy cerca, al visitante que camina por los senderos iluminados del bosque geselino. El caminante está rodeado de una masa negra que hasta puede tocarse, no se escuchan los pájaros, hay movimientos rápidos en el piso, seguramente por la fauna nocturna que, aún, habita en el monte.

El primer punto era la casa de las cuatro puertas, que muy pocas veces se pudo ver iluminada. Es realmente hermosa, de aspecto bien familiar y llena de misterio. En la galería que la rodea se instaló una pantalla gigante donde se sucedían imágenes de los primeros años de la construcción y la plantación de árboles que experimentaba un joven Carlos Gesell, allá por la década del treinta. En el camino un dúo de guitarras acústicas interpretaba melodías celtas, la compañía ideal en ese lugar del bosque y el momento justo.  Los turistas se sentaban a escuchar extasiados por el lugar. Justo frente a uno de los bancos de madera se yergue un pino añejo y enorme que iluminado desde la base adquirió una imagen fantasmal y elevada.  La noche en un bosque es sin lugar a dudas una aventura, repleta de imágenes sin sentido que abruman la mente.

El sendero al Chalet  

Al bajar por el sendero que lleva al Chalet, última vivienda de Don Carlos, la oscuridad de los laterales del camino te incentivaba a llegar a una muestra muy interesante y de arte inicial. Los modelos en arcilla de las obras del escultor Leonardo Castellani estaban expuestas en el jardín del chalet. El Spinetta iluminado se veía igual a la obra final a otra escala, la cabeza del “Che” y las figuras de los apóstoles del Santuario de Santiago Apóstol mostraban el trabajo del artista en la elaboración de la obra.      

El Chalet “Don Carlos” presentó a la cantante Irina Lucero, con su voz alimentaba la calma con canciones conocidas interpretadas solo con una guitarra acústica. Se improvisaron algunas sillas para que los visitantes pudieran sentarse a escuchar. Algunos prefirieron el césped bajo las estrellas. Otros en el interior de la construcción escucharon la charla del poeta y escritor Aníbal Zaldivar. Era un movimiento silencioso y constante y con parsimonia para no romper el hechizo de la música en la noche.

Mas allá y al bajar por otro sendero iluminado se llegaba al Museo de los Veteranos. Este es un lugar que el público acompaña con respeto y curiosidad. Quizás las imágenes de la tragedia y los relatos de heroísmo, contados por un veterano siempre genera un breve debate donde se cruzan las acciones de guerra y opiniones que ya no cambiaran nada, pero que sirven para suponer algún otro resultado que no se dio. Siempre es interesante escuchar a un veterano porque sus relatos de la guerra son apasionantes y parecen que se renovaran cada vez.

Por otro sendero se llegaba al taller de apicultura, unos pasos más adelante el de cerámica donde el escultor Castellani dicta sus clases. En ese espacio el arte está en su pureza, es el que se practica con las manos, se toca y se crean las obras que sugiere el maestro a sus alumnos. Una mesa grande, rodeada de pinceles y elementos y utensilios para trabajar. El taller es mágico y este lleno de creatividad.

Mas allá la cafetería del bosque estuvo abierta y propuso un cuarteto de cuerdas para continuar con ese clima de paz y calma.

El Museo de los Pioneros mostraba los objetos cotidianos de los primeros residentes de la ciudad. Es una casa antigua que se conserva en perfectas condiciones. Ubicada cerca de otras viviendas que aun permanecen habitadas, es como vivir en un espacio que te presta la historia local en forma permanente. Da la impresión de que la noche te hace vivir la historia mas de cerca.

Fue destacable el trabajo del equipo de trabajadores/as del museo que atendieron con excelente disposición a los visitantes nocturnos. Trabajaron incasablemente para mostrar un producto novedoso en Villa Gesell que quedará en el recuerdo como la noche en que los museos geselinos se abrieron para mostrar la historia de la ciudad entre luces y sombras.    

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