El discurso de Cristina en la Plaza de Mayo
Fue un acto masivo, impresionante, nadie se anima a calcular la cantidad de personas que se movilizaron a la Plaza de Mayo. Se conmemoraba 213 aniversario del Revolución de mayo de 1810 y los 20 años de la asunción como presidente de la Nación de Néstor Kirchner.
Cada vez que convoca Cristina la gente que la sigue se moviliza. Y si bien los organizadores ponen a disposición el transporte para que pueden viajar, los militantes no sienten la obligación. Este aniversario toco con lluvia torrencial, aunque con temperatura agradable y la histórica plaza desbordó.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Cristina, vestida de celeste y blanco y con una enorme escarapela, frente a 300 invitados, donde no estaba el presidente Alberto Fernández, lo entonaron una mano ene l corazón a viva voz. Las cámaras mostraron ojos vidriosos y rostros apesadumbrados por la emoción.
Un detalle humanizador fue la presencia de varios niños en el escenario, eran los hijos de Máximo Kirchner, Néstor Iván, de 9 años, y Emilia, de 6, Junto a ellos, su madre —y expareja de Máximo—, la dirigente santacruceña Rocío García, y su actual esposa, Jessica Montiel.
Esta fue su primera aparición en un acto masivo después del atentado que sufrió el 1º de septiembre del año pasado. Su discurso fue impecable, generó un dialogo con la multitud que le pidió varias veces “Cristina presidente”, pero no respondió y no hizo ninguna mención al respecto. Por el contario instó a la «renovación del pacto democrático» que, dijo, se fundó el 10 de diciembre de 1983 en Plaza de Mayo e hizo una referencia al expresidente Ricardo Alfonsín.
En esa fecha, rememoró, los jóvenes convocados por el entonces presidente Raúl Alfonsín «horrorizados por la tragedia de la dictadura reclamaban un país diferente» y quedaba «erradicado y prohibido quitarle la vida al que no pensaba igual».
«Hay que volver a renovar ese pacto. Cuando escucho y dicen hay que acabar con el peronismo o con el kirchnerismo…; por favor, si con ganar me alcanza, ¿por qué tenemos que llegar al exterminio del otro?», preguntó Fernández de Kirchner.
Al mismo tiempo advirtió que, aunque «hagan lo que hagan», la quieran matar o meter presa, ella es «del pueblo» y llamó a fundar un nuevo «pacto democrático» con todos los sectores políticos. Una idea nueva y distinta en el ideario “Cristinista”.
Cristina propuso «tres ejes» para la etapa que viene, aunque se privó de designar precandidatos para las elecciones.
El primero de los ejes propuestos fue rediscutir el acuerdo con el FMI porque, advirtió, «si no logramos que sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, industrialización e innovación tecnológica va a ser imposible pagarlo, por más que digan lo que digan».
La exmandataria remarcó que el préstamo de ese organismo al Gobierno de Mauricio Macri otorgado en 2018 fue de carácter «político», por lo que «política tiene que ser la solución», y citó a Néstor Kirchner cuando «decía que los muertos no pagan la deuda».
Volvió a criticar el expresidente Mauricio Macri, pero fundamentalmente al FMI, y a su directora ejecutiva de entonces, la economista francesa Christine Lagarde, porque, insistió, «no tiene la culpa el chancho sino el que le da de comer».
La referencia a la necesidad de renegociar el acuerdo con el FMI fue reconocida con un aplauso por los dirigentes que la acompañaban en el escenario, entre los que había varios potenciales precandidatos en los lugares más próximos del atril: allí estaban, entre otros, el gobernador bonaerense Axel Kicillof, el ministro del Interior, Eduardo ‘Wado’ De Pedro, y el titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, quien comanda las negociaciones con el organismo.
«¿Se creen que van a poder pagarlo únicamente con commodities? No, olvídense de eso porque, además, finalmente, las commodities las terminan también regulando los flujos financieros y siempre te acomodan para seguir debiendo. Es imprescindible entonces, unidad nacional frente a eso. Fue un préstamo político y política tiene que ser también la solución».
Otra frase contundente fue una propuesta: «En todo caso que lo aten a un porcentaje de las exportaciones pero que dejen de querer dirigir la política y clausurarnos la industrialización del país y convertirnos únicamente en proveedores de materia prima»,
Luego añadió un breve desglose de la deuda argentina, heredada de la gestión macrista: “entre 2015 y 2019 el PBI de la Argentina medido en dólares se redujo en 200.000 millones de dólares y que el Gobierno de Cambiemos dejó «120.000 millones de dólares más de deuda».
«Eso es lo que hicieron en cuatro años los que hoy nos dicen que quieren volver a conducir el país», ironizó para recibir un cerrado aplauso de la multitud.
El segundo eje fue repensar la administración de los recursos naturales, al advertir que el país «no puede seguir atado a una economía primarizada y los precios internacionales, aunque llueva o salga el sol», razón por la que se impone, subrayó, un «salto cualitativo, articular lo público y lo privado».
«¡Esta es la discusión que necesitamos los argentinos y no las boludeces que escuchamos todos los días por la televisión!», puntualizó, y pidió disculpas por la expresión elegida para advertir sobre la desconexión entre lo que considera las prioridades del país y lo que se escucha a la mayoría de los precandidatos.
El tercer eje este referido a la necesidad de refundar el «pacto democrático» que la Argentina que se propuso al salir de la dictadura en diciembre de 1983, y consideró «necesario» volver a «darle al país un Poder Judicial que se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia argentina».
Planteó en ese sentido que la Corte Suprema es un «mamarracho indigno» y que «los argentinos se merecen» un máximo tribunal que «sea llamado como tal sin ponerse colorado; a todos los partidos se los pido», añadió.
La vicepresidenta de la Nación recordó que, en 2008, a poco de asumir su primer mandato, «casi se pone el país de sombrero» por una iniciativa que atribuyó a «otro genio de la economía», sin nombrarlos se refería al entonces ministro de Economía Martín Lousteau, quien impulsó un esquema de retenciones móviles para las exportaciones agropecuarias que desencadenó «una crisis política» por la resolución 125.
Convocó a la «alianza» entre lo público y lo privado, propuso aplicar esa lógica en la administración de recursos naturales que, en esta etapa del país, se asoman a un ‘boom’ exportador, como el litio en las provincias de Jujuy, Catamarca y Salta, entre otras.
Sobre ese punto, habló de la necesidad de incorporar valor agregado y no exportar el producto base sin ningún tipo de industrialización: «Que (empresas extranjeras) vengan a explotarlos. Pero no digo que los autos eléctricos los hagan acá, pero, por lo menos, hermano, una parte de la batería o la batería háganla acá, si se la están llevando toda».
En ese momento hizo referencia, aunque sin nombrarlo, al saliente gobernador jujeño Gerardo Morales, también precandidato a presidente por JxC: dijo que hay dirigentes a los que, si bien «respeta» porque «fueron votados por sus pueblos», «se ponen contentos porque en Bolivia y Chile sacaron legislaciones que cuidan el litio».
«Se piensan que entonces (las inversiones extranjeras) van a venir acá», comentó entonces, y añadió: «¡Qué vocación de colonia! Ponete en la cabeza ser Malasia, Corea, pero no Potosí (por la explotación de plata en tiempos de la colonia, durante el dominio de España en tierras americanas), por favor».
En materia económica, y al hablar de la necesidad de consolidar «una alianza público-privado para agregar valor e incorporar tecnología», volvió a alertar sobre el riesgo de recaer en las ideas neoliberales, a la que definió como «esa doctrina que sostiene que el mercado y lo privado todo lo resuelven».
En otro momento comentó que no olvidaba «la Plaza de la calabaza del 9 de diciembre de 2015, cuando nos despedimos, no para siempre», lo que desembocó en otra ovación similar.
«Y no me despedí», subrayó, para luego indicar que «para una militante política de mi generación, después de tres períodos de gobierno, haber podido decirles a los argentinos que dejábamos un país mucho mejor que el que habíamos recibido, es una muestra de orgullo».
Más adelante, habló de la gestión actual del Frente de Todos y en ese momento aludió a «todas las diferencias que he tenido y que tengo y que no es necesario explicitarlas» y recordó que ella misma las planteó «un 20 de diciembre en La Plata», cuando dijo que «después de la pandemia va a haber crecimiento, pero, ojo, cuiden los precios de la economía porque si no se lo van a llevar cuatro vivos, y eso pasó».
Pero a continuación destacó que en este período de Gobierno «Argentina volvió a crecer, a pesar de los errores, equivocaciones y diferencias», pero «es infinitamente mejor gobierno que hubiera sido de Mauricio Macri».
«Sin ustedes, sin el amor, sin los rosarios que me alcanzan, sin Dios y la sin Virgen, seguramente no estaría acá», afirmó al completar su discurso, para finalmente saludar a los que estaban más cerca y fundirse en un abrazo con su hijo mayor, el titular del PJ bonaerense.
Cristina no bendijo a nadie ni se autoproclamó candidata a pesar del pedido de la multitud. Dejó abierta la posibilidad de que salga por consenso el precandidato/a. Lo cierto es que dejó un claro mensaje de unidad del peronismo a pesar de las ausencias de dirigentes necesarios para la mentada unidad del peronismo. Otra vez demostró ser la única dirigente política con capacidad de movilizar una multitud.
Luego del discurso los principales dirigentes de la oposición y los grandes medios identificados con ellos salieron a criticas l discurso y a responder los dichos de Cristina, cuando eso no le importa a nadie. Es impotencia.
Fuente: cronista Daniel Scarímbolo (Telam) +