Charly cumple 70 años
Junto a Carlos Gardel, Diego Maradona y el “Che”, Charly García esta en el Olimpo argentino de los ídolos. Es el gran icono que marcó la vida de miles de argentinos a lo largo de 50 años
Cuando se murió Diego Maradona, el 25 de noviembre del año pasado, Charly quedó como el único icono argentino de generaciones, que sigue con vida. Desde aquellos lejanos y convulsionados años setenta, cuando conocimos a Sui Generis, Charly nos acompañó buena parte de este siglo con su música, su fantástica poesía y su caótica vida. Hay generaciones de jóvenes que, aún, lo aman entrañablemente.
Si los inglese tuvieron a los Beatles y a Jhon Lennon, como aquel genio contradictorio, desenfrenado y brillante; los argentinos tenemos al gran Charly García en ese zócalo destinado, solo, para los que van a trascender la muerte y quedaran en la memoria de los que pudieron verlos que les contaran a sus descendientes la aquella experiencia.
Charly surgió en los primeros años setenta, con Nito Mestre en Sui Generis. Eran dos pibes de veinte años delgados y cabellos larguísimos y cierto aire hippon. Sus canciones se conocieron rápidamente y compusieron varios himnos del rock nacional como “Canción para mi Muerte”, “Rasguña las Piedras” y muchas otras. La juventud argentina de aquellos años, los amó de inmediato. Charly sobresalió por su talento, su inteligencia y su humor ácido y directo. En aquellos años era un tipo extremadamente inteligente, tenía y tiene oído absoluto que lo ubicaba en el nivel más alto como músico. Sus respuestas en las entrevistas dejaron frases memorables, también, en las paredes de su casa y en sus canciones. Son maravillosas como “No existe una escuela que te enseñe a vivir” o “amor es un poquito más que hacer el bien”.
La dictadura militar paralizó el intenso movimiento cultural y político que generaba el rock. El talento de Charly se acomodó para eludir la censura y mandar mensajes de libertad en sus canciones y en sus frases gracias a su agudeza y al uso de la metáfora en exquisitas melodías. Formó la Máquina de Hacer Pájaros” una banda sinfónica de rock con temas como «Marylin, la cenicienta y las mujeres» o “Déjenme en paz, no quiero más”, que denunciaban la situación sin que nadie se dé cuenta. Y un buen día se fue a Brasil por un tiempo.
Volvió con “Seru Giran”, un verdadero supergrupo para esa época a comienzos de los ochenta. La banda generó una música maravillosa. Charly era un compositor directo y genial, capaz crear melodías y letras, algunas comprometidas y otras que hablaban de la mente y los pensamientos.
“Cambiaste de sexo y de Dios,
de color y de fronteras.
Pero en sí nada más cambiará
y un sensual abandono vendrá y el fin.
Y llevas el caño a tu sien
apretando bien las muelas.
Y cierras los ojos y ves
todo el mar en primavera.
Bang! Bang! Bang!
Hojas muertas que caen
siempre igual.
Los que no pueden más se van”
En viernes 3 AM, Charly compone una melodía genial en la que describe un suicidio con una pistola con un disparo en la sien. La poesía apunta a lo más profundo del pensamiento humano, es cuando se llega al limite. Y también describe un momento político del país de la opresión. Corrían los años ochenta. Serú Giran fue una banda fantástica, creativa y musicalmente perfecta, con Charly y su voz, que era hermosa en esos años. Realmente cantaba muy bien junto a David Lebón, un jovencito Pedro Aznar y el querido y ya fallecido Oscar Moro.
En su etapa solista de esa década Charly García produjo obras maravillosas, discos y recitales memorables. Sus presentaciones en Ferro eran masivas. Se llenaba el estadio ante cada recital. Fue la época de “Yendo de la cama al living”, “Clics Modernos”, “Piano Bar”, “Parte de la Religión” y otros que fueron fundamentales en la historia del Rock Argentino.
En los noventa Charly llega a los 40 años y estaba acido como nunca y su creatividad gira hacia un enfoque más abstracto. Hace una versión del Himno Nacional Argentino que causó polémica hasta que fue autorizado a emitirse por la Justica argentina. Es el ídolo que comenzaba a ser mito. Era una estrella total. Fue convocado a un Unplugged de MTV en Miami, que fue una obra maestra que sorprendió por el estado mental que había demostrado en la Argentina en ese 1995. María Gabriela Epumer la ex “Viudas e Hijas del Roque Enroll” y el “Zorrito Von Quintiero fueron la base de una banda que sonó perfecto. Y Charly fue sublime.
En los 2000 comenzó su deterioro mental. Surgió “Say no More”, “La hija de la Lágrima” y otros y su composición ingreso en un laberinto.
La muerte repentina de María Gabriela Epumer en el 2003 destrozó a Charly que la amaba, era la mujer que lo contenía, su amiga del alma y la que traía la paz que buscaba siempre.
Charly a diferencia de Maradona no se exponía al público, tenía más libertad para moverse. Igual las giras eran caóticas. Charly se descontrolaba, no asistía a los recitales. Eran escándalos permanentes cada vez que se presentaba en un estadio o en un cine o festival.
Las actitudes de Charly eran producto de sus excesos a solas, en su soledad y en su casa. Sus explosiones quedaron reflejadas en las paredes de su casa o en la de algún hotel, como cuando vino a tocar al GesellRock en el 2005, en nuestra ciudad.
Sus repentinos cambios de humor en medio de los recitales ―lo peor que podía pasar era que haya problemas con el sonido―, y sus polémicas frases sobre sí mismo y otros personajes públicos hacen de Charly García una figura siempre visible y muy llamativa, despertando muchas simpatías y antipatías, es cierto. No obstante, ese halo de genio e icono nace de su visión crítica de la realidad y de su independencia de opinión que atrae a todos los sectores de la sociedad argentina. Es casi una definición de cómo ser un ídolo en este país.
Se llegó a tirar en caída libre desde el noveno piso, a la pileta en la planta baja de un hotel en Mendoza. “Fue internado tres veces en clínicas psiquiátricas, muchos recuerdan que le dieron la baja del ejército cuando cumplía con el servicio militar obligatorio, debido a que no soportaba el encierro y la disciplina impuesta por los militares. Llegó a tal grado su desesperación por salir, que en una ocasión sacó a pasear un cadáver en silla de ruedas, lo que motivó una investigación psiquiátrica que lo determinó psicótico y paranoico con personalidad esquizoide”, escribió un diario en esa época.
Tocó bajo la lluvia, casi se desnudó en un escenario. Es un musico genial que los argentinos jóvenes de los setenta amamos porque crecimos juntos y hoy envejecemos con él. Guardamos le ticket de algún recital en la cancha de Ferro o en el Gran Rex.
Charley creció igual que muchos de nosotros con los Beatles, de hecho, era un fanático de Lennon. Con Maradona se admiraban mutuamente. Compuso una canción el Diego fue expulsado del Mundial de EEUU, el “Maradona Blues” tiene una prosa maravillosa y triste a la vez porque surge de esas tragedias que vivimos los argentinos.
Charly cumple 70 años y no pasa nada, solo eso, es una anécdota que nos impone pensar, un poco más lentamente, en el paso del tiempo.
Foto: Tiempo Argentino