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La peor noticia que no deseas recibir nunca

“Hay algo. Les tengo que comentar algo, pero no es, bueno no sé”, Andrea titubeo antes de tomar impulso para comentar la noticia que había recibido unos minutos atrás y que golpeo su notable capacidad para transmitir información relacionada con la salud.

Ina es una adolescente de 13 años, sobrina de Tea de 59 y Andrea de 57 años, que almorzaba con el grupo familiar en una gran mesa, estacionada en la galería que nos cubría del intenso sol misionero de diciembre. Su tía, Andrea, sabiamente esperó que la jovencita se levantara para hacer otra tarea para comentar su secreto. Se hizo silencio, algo abrumador y desconocido invadió a esas cuatro personas adultas, grandes, experimentadas y con mucha vida acumulada que esperaban que Andrea dijera lo que guardaba con celo. Fueron solo segundos que parecieron eternos. Es ese tiempo vacío, sin nada que decir, y sin que pase nada. Solo había que esperar.

“Acabo de recibir un mensaje de una integrante del coro del culto que dio positivo de Covid-19. Nosotros estuvimos con ella el pasado 20 de diciembre en la iglesia”, dijo Andrea en una síntesis muy concreta y directa, fiel a su estilo de comunicarse.

La novedad impactó fuerte. Los cuatro que estábamos sentados en esa mesa estamos acostumbrados a recibir noticias fuertes y problemáticas, sin embargo, esta fue distinta a otras que recibimos en otros años. Nadie pudo negar después de unos minutos que nos invadió la incertidumbre y el miedo al devenir.

Quisimos hablar todos juntos y no pudimos escucharnos. Saltaron los reproches y los intentos de cargar culpas. Los rostros se tensaron e intentaron hablar todos juntos nuevamente y otra vez fracasamos. Andrea se apuró a llamar a su hijo Joaquín de 30 años con quien había estado hasta el día anterior y con quien compartió aquel culto en la comunidad de la ciudad de Posadas, de la Iglesia Evangélica del Rio de la Plata. Ese día “Joaco” y su novia “Rochi”, fueron a ver a su madre tocar la flauta en el coro de la comunidad religiosa, obtuvo algunas fotos y filmó el acontecimiento para la posteridad.

Julio, de 66 años, quien suscribe este relato acompañó a Tea, Andrea, Ina y Motas, de la misma edad de Julio al acto religioso, pero su condición de trasplantado e inmunosuprimido alertó a su sistema de defensa consciente y estuvo las dos horas que duró el evento en la calle, unos minutos más tarde lo acompañó Motas.

Es común que en esta pandemia toda vez que el virus se acerca a alguien provoque tensión, temor y mucho más en aquellos que son adultos y cargan con alguna comorbilidad de base que los hace mas vulnerables. Este es un bicho mundial y exterminador. Son tiempos en que hay que cuidarse y cuidar al otro, y en realidad, concurrir a ese culto religioso fue una imprudencia que nos cambio la realidad.

Andrea le comunicó a todos aquellos familiares y amigos que habían pasado por la casa en los últimos tres días, la novedad. Ina, la adolescente, no dijo nada y se mostró indiferente, aunque nunca se sabe que piensan los chicos a esa edad. Seguramente su mente habrá digerido más rápido que los adultos la novedad y su inconsciente la protegió con su segura invulnerabilidad que la hace asintomática y peligrosa para los demás integrantes de la familia.

Motas exigió respuestas y estrategias para el futuro inmediato. “¿qué vamos a hacer?”, preguntó. Es un hombre con una historia de vida larga y llena de matices, peligros y aventuras al que no le gusta divagar en contradicciones y pérdidas de tiempo. Motas es colombiano y vivió toda su vida en New York y hoy trasciende su madurez en Misiones en la República Argentina. Con él hay que dialogar y escuchar sus apasionantes relatos de vida, pero a la hora de las tensiones hay que proponer acciones concretas. No importa que sean malas o buenas, hay que intentarlas.

Tea tuvo una reacción nerviosa cuando conoció la noticia, perdió la compostura en los primeros momentos, pero se tomó un corto tiempo para reflexionar y logró amoldarse para tener una actitud colaborativa y tranquila que envolvió a todo el grupo. Tea estaba considerada, por esas horas, como un contacto estrecho, junto a su hermana Andrea porque ambas estuvieron más de dos horas, en el coro religioso, en un ambiente cerrado, junto a un grupo de personas que cantaban canciones de navidad.

Luego de este momento difícil en el que comprendimos cómo se asimila una comunicación que les informa todos que pueden estar contagiados con un virus mortal y que, si se enferman, sus vidas corren peligro de muerte. La edad de los protagonistas los coloca en zona de riesgo. Hubo silencio, volvieron las discusiones, lo llamados a los familiares para prevenirlos. Los miedos se entonaron y el pensamiento cambió ante lo inesperado. Hasta hace unos pocos minutos era un balance de lo bien que lo habíamos pasado en esos días del verano. Pero a partir del comentario de Andrea se tornó difícil, oscuro e incierto. Nada era agradable. No queríamos estar en ese lugar, si pudiéramos cambiarlo, lo haríamos sin esperar.

El calor misionero era insoportable y comenzamos a sentir dolores de cabeza y otros malestares. Julio olía su remera transpirada para comprobar que su olfato funcionaba bien. Andrea dio una solución pasajera: “Si nos motivamos y tenemos miedo, bajan nuestras defensas inmunológicas y podemos estar más expuestos”, dijo. Todos entendimos el mensaje y decidimos tener otra actitud ante esta adversidad.

Aparece el CDS

El doctor Andreas Ludwing Kalcker es un médico alemán residente en Colombia y es el precursor del dióxido de cloro como medicamento alternativo. Nunca fue aprobado por los organismos internacionales que certifican los remedios para el consumo médico; por esa razón decidió “regalárselo” a todo el mundo porque entiende que la humanidad tiene “derecho a probar” un producto que puede sanar dolencias graves.

Es el mismo producto que la “mediática” Viviana Canosa ingirió frente a los televidentes en un acto imprudente sin ninguna explicación seria de las bondades de este “medicamento”. La actitud de Canosa logró que el CDS sea estigmatizado por esa acción estúpida y sin sentido. Los efectos que se generaron en la sociedad a partir de ese accionar restó posibilidades de masividad a una pócima que puede convertirse en una gran posibilidad de cura alternativa para la humanidad.

¿Qué es el Dióxido de cloro?

Es un gas sintético que no ocurre de manera natural. Se obtiene a partir de la reacción del clorito sódico al contacto con el ácido clorhídrico al 4 %. Es una molécula muy simple que se compone de dos átomos de oxígeno (02) con uno de cloro (Cl), es decir CL02, es extremadamente soluble en agua y no crea enlaces químicos, el gas se disuelve por completo. Al disolverse le da un color amarillento verdoso y un olor parecido al cloro. Hasta el, día de hoy es el mejor purificador de agua conocido ya que elimina bacterias, virus, hongos y parásitos, además es capaz de hacerlo en un amplio rango de PH. Es usado en la industria alimentaria para conservar alimentos sin bacterias. También para desinfectar instrumental quirúrgico, incluso para limpiar las ambulancias de la SAMO en muchas ciudades del mundo y para desinfectar y almacenar la sangre en los laboratorios

El Clorito de sodio (NaCIO2) no es la Lejía (jabón) o Hipoclorito de sodio de la misma manera que el agua (H2O) no es el peróxido de sodio o agua oxigenada H2O2.

 En la provincia de Misiones es muy usado por los residentes para curar enfermedades graves que la medicina tradicional no pudo solucionar.

Son innumerables los testimonios de pacientes que recurrieron a este producto para sanar sus dolencias y tener una mejor calidad de vida. Es muy empleado para las prácticas de medicina Orthomolecular. En este año de pandemia los misioneros usaron este producto para protegerse del Covid. Sin cargarle las tintas a este, las estadísticas indican que Misiones tuvo menos casos que otras provincias el país.

Esta medicación fue la propuesta de Andrea para prevenir un potencial contagio de Covid. El instinto de conservación que todos los humanos tenemos, esta vez, se exacerbó y decidimos ingerirlo. Andrea y Motas lo prepararon y comenzamos a tomar una medida cada hora.

Julio decidió no hacerlo porque sus órganos trasplantados, hígado y riñón intervienen en forma directa para metabolizar el producto y esto podría ser peligroso para promover un rechazo. Lo consultó con su médico y este se negó en forma terminante a autorizar su ingesta. Julio no participó del ritual protector.    

En esos momentos en que la incertidumbre triunfa sobre el equilibrio emocional porque hay una noticia que convulsiona como la que vivió este grupo familiar al conocer que dos integrantes adultos eran contacto estrechos de un caso positivo de Covid, buscar la mejor salida racional es un trabajo difícil.

Hay que mantener calma, pensar y transmitir las emociones con claridad, y no caer en pánico. La noticia llega a través de un mensaje de WhatsApp o un llamado telefónico. A partir de esa comunicación todo se torna complicado y oscurecido por las dudas que invaden a las personas. En este caso que relato, la presencia del CDS, también llamado Mineral milagroso (MM) fue la alternativa que calmó los ánimos y fortaleció la confianza. Pudimos pensar que había una salida a este verdadero problemón. Nuestra madurez y el conocimiento que tenemos todos de cada uno, somos familia, nos sacó adelante. Es un momento no recomendable y hay que estar bien parado e informado para saber cuáles son los mecanismos que tenemos al alcance. Somos maduros y supimos capear un momento horrible que no le deseo a nadie.  

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