La Plaza Primera Junta vibró con la selección nacional
Los argentinos nacimos para sufrir. Todo nos cuesta demasiado y se puede comprobar en nuestra selección que tiene que vencer a equipos poderosos, como Holanda este jueves y sus propias contradicciones
Lautaro Martínez va a patear el último penal. Es un gran goleador que, en los últimos partidos de la selección, en el Mundial de Qatar, parece estar peleado con el arco. Había tenido varias llegadas en el aérea de los holandeses con posibilidades netas de gol en el segundo tiempo del suplementario y no pudo concretar. No obstante, el técnico y sus compañeros lo apoyaron, le brindaron la confianza para hacerse cargo de penal del triunfo y el pase a las semifinales del más importante torneo internacional.
Fue el acto de amistad de sus compañeros más loable que Lautaro pudo recibir para que se haga cargo de ese instante en que los nervios y la provocación de los holandeses arreciaba. Bromas, empujones, insultos eran los métodos de los rivales de argentina para desconcentrar a los jugadores para que erren los penales. Lo habían logrado con Enzo Martínez cuyo disparo pegó en la base del palo izquierdo del arquero holandés Andreas Noppert, quien antes del partido había tenido algunas declaraciones contra Lionel Messi y el equipo argentino.
En esos segundos que duró la caminata de Lautaro Martínez hacia el punto del penal, el país estaba a borde del infarto, manos y dientes apretados, incertidumbre, miedo, el pensamiento de qué pasa si Lautaro lo erra, no la mete, otra decepción, otra vez nos quedamos afuera, en la puerta de un Mundial. Angustia sin fin y Lautaro que camina lentamente y pensativo para cumplir con su heroico objetivo.
En la Plaza Primera Junta de Villa Gesell miles de personas, residentes y turistas, viven todas esas sensaciones humanas, con intensidad. Ganábamos 2 a 0 y el equipo jugaba muy bien. Sin darnos cuenta Holanda hace un gol y cuando había expirado el tiempo reglamentario, con los 10 minutos de alargue que había otorgado el árbitro español, Antonio Mateu Lahoz, de 45 años, los anaranjados ponen en práctica una jugada fantástica, engañan a la defensa argentina y empatan el partido. Nos quisimos morir. El país entero se llevó las manos a la cabeza como un gesto de angustia, tristeza y desesperación al mismo tiempo. Otra vez afuera, media hora más de juego y penales. Chau, nos fuimos pensó la mayoría que tiene un sentimiento trágico de la vida, porque somos argentinos y vivimos en un país que donde no nos tratan ni nos tratamos bien. Desazón y a rezar y pedirle a Dios, y a Maradona, ambos están juntos en el cielo, que nos salven juntos, porque se llevan bien.
El primer tiempo del suplementario pasó poco y nada. En los segundos quince la “scaloneta” sacó fuerza de su interior, y otra buena parte se la transmitimos desde la Argentina, fue a buscar el gol. No la pudo meter, Lautaro lo tuvo dos veces y no pudo concretar. Estuvimos cerca, pero no llegamos a concretar las cuatro llegadas netas al área rival. A los penales.
Vibramos con las dos primeras atajadas de “Dibu” Martínez y volvió la esperanza, duro poco, los holandeses metieron dos y Enzo Martínez le pegó en el palo y se fue. Otra vez pensamos con los testículos y ovarios en la garganta, como se dice en las calles de todo el país cuando “se nos viene la noche”. Otra vez ese sentimiento trágico de que nos vamos del Mundial como se había ido Brasil, pocas horas antes. Los pensamientos nos abruman, sufrimos, nos queremos inyectar optimismo, pero los la oscuridad vuelve una y otra vez. Hay algunos que no quieren ver y se tapan los ojos, se llevan las manos a la cabeza, nervios y una luz, leve, que nos indica que puede ser.
Lautaro se para frente a la pelota. El arquero holandés es muy alto y parece enorme. El argentino está concentrado. Camina unos pasos para atrás y se para frente a la pelota en línea recta. ¡No así no! Pensamos. Inclínate un poco Lautaro por favor. Apretamos los dientes, cerramos los puños, otros cruzan los dedos y dejamos de respirar por un segundo cuando Lautaro comienza una corta carrera. Hay silencio, falta el aire y la pelota proyectada por un zurdazo prodigioso, rompe la red. Golllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll.
Los jugadores corren a abrazarse con Lautaro, hay bromas y bravuconadas, que no corresponden, a los jugadores holandeses. Messi corre a abrazar a “Dibu” que está en el piso solo alejado del grupo y se abrazan. Las cámaras toman ese momento sublime.
En la plaza Primera Junta, estalla en un grito de gol único y largo de alegría. Todo se abrazan con el que tienen al lado y no importa si es un desconocido. Parecemos un pueblo unido, se terminó la grieta, todos tiramos para el mismo lado, las banderas argentinas vuelan por el cielo del mismo color. En este mundial, con mucho calor, se nos abre la esperanza de ser campeones del mundo y Messi se eleva a la categoría de Dios junto al Diego y el verdadero. Somos el único país en el planeta que tiene tres deidades. Y uno juega bárbaro.
La plaza geselina deliró. El fervor que genera este deporte, lo hace sin dudarlo el mejor del mundo… y el más millonario. Argentina sigue, es el único equipo de Sudamérica que sigue en carrera y ahora se sumó un africano, Marruecos juega muy bien y pude ser un gran rival para cualquiera, incluso para nosotros. Pero en Villa Gesell la alegría fue libre, no tuvo vallas como se vio ridículamente en la Calle Corrientes, antes del Obelisco. ¡Ay Larreta que nos espera con vos y tu perversa corrección.
Pero Volvamos a la Plaza Primera Junta que, por estos días, es el lugar donde Villa Gesell vibra el Mundial y donde “todos” nos “unimos” por Argentina, nuestro país. Por lo menos hasta el 18 de diciembre vamos a estar juntos y unidos mientras la selección sigue su camino triunfal. Después de esa fecha, que esperamos estar en la final. Volveremos a pisar cada lado de la grieta y pensaremos que es una lástima que el Mundial dure tan poco.
Fotos de Pablo de Prensa Municipal
https://www.youtube.com/watch?v=sivI7x0BuFk&ab_channel=TyCSports
Resumen del partido