La selección argentina le dio una alegría al pueblo

El triunfo futbolero exacerbó los sentimientos patrióticos de un pueblo que necesitaba una alegría grande, histórica e inolvidable. Y se dio con el eterno rival, ese Brasil que nos dejó afuera de muchas competencias y nos ganó finales increíbles. Y fue en el estadio donde perdimos otra final, la del Mundial 2014 con Alemania por este mismo resultado. Ganó la Argentina y es el mejor equipo del continente.

Y es un triunfo que, también, tiene una connotación política interna y regional. El 1 a 0 rompió los esquemas de los detractores acostumbrados. Ridiculizó la imagen del ex presidente Macri con la camiseta de Neymar, una fotografía que expresó una postura y la ideología de quien la ostenta. El ex – presidente argentino acusado de contribuir con armas al golpe de otro presidente americano – Evo Morales – que había ganado las elecciones con absoluta legitimidad y sin fraude. Y ahí estaba Macri dejando pruebas de su estúpida e inocultable colaboración con los golpistas y una prueba, más, de su homofobia hacia los pueblos originarios.

Este triunfo dejó, también, en ridículo a otro personaje absurdo y nefasto, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien había vaticinado que Brasil ganaba por 5 a 0. Tanto Macri como Bolsonaro se unen por la ideología neoliberal que representan en América latina y por su absurda forma de caracterizar a los   países donde nacieron y llegaron a presidentes. Ambos quedaron en ridículo.

El futbol logra unir a los pueblos como no lo puede hacer la política. En 1978, en plena dictadura, con personas desaparecidas y torturadas en los campos de concentración de los militares, la selección gano el mundial que la dictadura había organizado. La selección gano el título del mundo. Esa noche del 26 de junio, fría y con llovizna, el pueblo salió a las calles a expresar su alegría por el triunfo. En las inmediaciones del Obelisco, en pleno centro de la ciudad la gente se abrazaba con policías y gendarmes. Ellos con sus uniformes manchados de sangre saludaron y estrecharon las manos con sus potenciales víctimas de los días posteriores. En los campos, esa noche los desaparecidos no fueron torturados. Eso lo logra solo el futbol.   

La noche de sábado 10 de julio y la jornada del domingo 11 de este 2021, el pueblo se unió en un grito y en los festejos por el campeonato de América. En todas las ciudades del país la gente salió a las calles a abrazarse y a festejar, a expresar esa alegría contenida. Fue una descarga de euforia atragantada porque a pesar de que este equipo jugó muy bien y ganaba o empataba sus juegos con angustia, había temor e inseguridad por un resultado adverso. Enfrente estaba Brasil.

En Villa Gesell la 105 y 3 se colmó de almas alegres que se olvidaron, por un rato, nomas, de las desgracias, de la pandemia, de los contagios y las vacunas. La alegría, parece, que aumenta los anticuerpos y estuvimos todos juntos y sanos, aunque esta sea una falacia.   

La noche del sábado hubo un pueblo que creyó que, si nos apoyamos todos juntos, las cosas salen bien. Toda esa energía de la gente esperanzada, con ganas de sentirse ganadora, de tener un logro, un triunfo, todos detrás de un objetivo, dio resultado y cuando llegó el final de ese esfuerzo colectivo de estos muchachos y la gente que lo apoyó, la alegría fue inmensa y total. Ganamos bien, con esfuerzo y cojones.

Pudimos demostrar en el feriado de la fecha patria que el esfuerzo, el sacrificio de un grupo que se unió detrás de un objetivo común, pudo lograrlo.

Claro que el futbol es un juego y la realidad es otra cosa, es lo que nos pasa todos los días como pueblo, pero somos una sociedad futbolera y competitiva. Jugamos a ganar, muchas veces perdemos, pero nos jugamos. Habría que tomar el ejemplo del futbol. Unirnos para ganar como la selección donde Messi, el mejor de todos, fue uno más.     

Foto de Gesell: Gentileza : Minuto G gracias