P. Villa GesellPoliciales

Morir en un calabozo de una comisaría bonaerense

La muerte de Alejandro Martínez se produjo en un calabozo de una Comisaria de San Clemente. Es un verdadero escándalo que no tiene explicación alguna. Hay un testigo clave, que es un detenido que vio todo y lo contó

Es un escándalo más de la Policía bonaerense y hay pocas dudas. La mitad de la dotación de agentes de la Comisaría 3 de San Clemente están involucrados en la muerte de un detenido en el interior del calabozo del establecimiento policial.

Hay nueve agentes de la dependencia que quedaron detenidos por la muerte de Alejandro Nicolas Martínez de 35 años la madrugada del 19 de noviembre, una hora después de ser trasladado a la comisaria escoltado por tres agentes desde el “Gran hotel Fontainebleau”, ubicado en avenida Costanera y Calle 3 de la localidad balnearia a la dependencia policial, donde encontró la muerte.   

Los 9 agentes que ya fueron desafectados de la fuerza por el delito primario de “homicidio triplemente agravado por alevosía y ensañamiento, y en concurso premeditado” son: Christian Rohr, Maximiliano Munche y José Carlos Pereyra que están acusados de matar al detenido en el calabozo y subsidiariamente, les cabe el delito de “tortura y abandono de persona seguido de muerte e incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

También se suman las policías Paola Mansilla, Carla Cantranella, Evelyn Garófalo y Laura Chiarullo y los agentes Miguel Boulos y Sandro Mujica que además son partícipes necesarios del homicidio, por el delito de “omisión de evitar tortura, incumplimiento de deberes de funcionario público y abandono de persona seguido de muerte”.

Hay un testigo clave del caso, se trata de un detenido que escuchó y logró ver a los agentes ejerciendo violencia contra el detenido. Su testimonio es fundamental para la acusación. Por otro lado, una de las agentes, fue la única que declaró mientras sus colegas se negaron. Esta agente dijo que en la detención Martínez no opuso resistencia, estaba tranquilo, pero decía incoherencias tales como que “iba de derretirse” y otras alucinaciones sin sentido. Esta fue la agente que ingresó a la habitación del hotel y pudo comprobar que había desorden y roturas de artefactos y manchas de sangre.  

Los tres policías que obligaron a bajar del patrullero a Martínez eran Maximiliano Munche, Christian Rohr y Juan Carlos Pereyra. La agente aseguro que después salió a dar la ronda.  Una hora después sus colegas le avisaron que el detenido había muerto.

Es un caso que será difícil de zanjar para los policías que intervinieron en este operativo, todos tienen un grado de participación, igual se negaron a declarar. El testimonio del detenido que estaba en otro calabozo, es lapidario. Otro detalle es que cuando el detenido llega la comisaría los agentes llamaron a un médico para que realice un precario médico antes de ingresar al calabozo, pero este nunca llegó y el hospital está lindante a la comisaría, apenas a 50 metros. Quizás ese médico le hubiera salvado la vida porque hubiera certificado algún diagnostico mental previo, antes de que los agentes lo torturaran cobardemente en un calabozo.

Es un escándalo y una aberración porque no hay atenuantes, Alejandro Martínez murió en un calabozo, de la comisaria de San Clemente, estaba golpeado, tenía las costillas rotas, golpes en todo su cuerpo y falleció asfixiado. No obstante, la defensa de los policías pidió una nueva autopsia que deben realizar los mismos profesionales que hicieron la primera con peritos de parte de los familiares del fallecido.

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